1963 – 2024
Ingeniero Comercial de la Universidad de Chile, trabajó por 37 años en Cristalerías Chile, una de las empresas más emblemáticas del país en la producción de vidrio que fue fundada en 1944 y en donde dejó una huella imborrable. Destacó por su notable liderazgo, por su tenacidad, su capacidad de reflexión y su energía contagiosa. “Era un profesional incansable, que asumía cada desafío con compromiso y dedicación, y que siempre inspiraba a quienes lo rodeaban a alcanzar la excelencia. Su visión y su habilidad para construir relaciones de confianza con nuestros clientes y trabajadores fueron pilares fundamentales para el crecimiento y éxito de Cristalerías Chile”, recuerdan en la empresa.
Juan José lideró, desde Cristalerías Chile, la campaña de reciclaje de vidrio que la compañía diseñó en conjunto con COANIQUEM en 1994. Fue una campaña pionera, con su lema “Reciclando el vidrio..…. ayuda”, que logró unir dos nobles causas: cuidar el planeta y, al mismo tiempo, ayudar a financiar Casabierta, lugar de acogida de COANIQUEM para recibir a los niños, niñas y adolescentes de todo Chile y más 20 países de Latinoamérica y el Caribe que requieren hospedaje para poder llevar adelante su rehabilitación por secuelas de quemaduras u otras cicatrices.
Juan José participaba en reuniones mensuales, junto a Innovantes, Proactiva y COANIQUEM, donde se revisaban los resultados del mes, los kilos reciclados, reclamos, nuevas solicitudes, participación en ferias de medioambiente, vías de crecimiento y cómo se enfocaría la comunicación y marketing, entre algunos temas. Era exigente, visionario y carismático.
Su compromiso con la campaña y con COANIQUEM fue total, demostrando que su calidad humana y valores cristianos estuvieron siempre presentes tanto en su vida personal como profesional.
Con muchas generosidad, su familia, compartió con COANIQUEM una profunda reflexión que compartimos a continuación:
Un testimonio de integridad
“Este querido marido, hermano, papá, abuelo, amigo y compañero de trabajo nació siendo el séptimo de ocho hermanos y aunque fue uno de los menores, bien bajito y flacucho, se convirtió en un gigante muy valorado y querido por muchas personas.
Vivió una vida acorde a su personalidad, intensa, alegre y determinada. Son tantas las anécdotas y cuentos que nos dejó que podríamos llenar varios libros si nos pusiéramos a contarlos todos.
Fue una persona con gustos definidos y personalidad fuerte, que vivió de forma alegre, intensa y apasionada cada minuto de su vida. Compartió su gusto por la música, las buenas conversaciones y el deporte, especialmente el fútbol y el tenis, con su familia y sus infinitos amigos, a quienes desafió hasta los últimos años. No daba ningún punto por perdido, esa tenacidad y perseverancia la mostró no sólo en el tenis, sino que en todos los demás ámbitos de tu vida.
Al recibirse de Ingeniero Comercial de la Universidad de Chile, entró a Cristalerías de Chile, donde trabajó durante 37 años. Sabemos que dejó una huella en esa compañía que tanto quiso y llevó su camiseta puesta hasta el extremo. No nos sorprendió cuando fuimos a las torres del Paine y al llegar a la base, sacó una bandera de Cristalería para sacarse una fotografía. Los envases de vidrio eran como su sexto hijo, al que no soltó hasta su último día. Logró hacer de ellos un aporte a nuestra sociedad, especialmente a los niños quemados y el medio ambiente a través de la campaña de reciclaje de vidrio.
Sin embargo, sus prioridades siempre estuvieron claras, la familia, Dios, la Mater y sus amigos, eran lo que ponía siempre por delante, dejándonos la frase “la vida es como una mesa en donde todas las patas deben tener el mismo largo para que se mantenga en pie”.
Junto a su querida Manena, en 34 años de matrimonio, formaron una gran familia unida y entretenida, compuesta por cinco hijos y varios nietos a quienes supo acompañar y educar en valores muy sólidos y claros, los cuales transmitió con una sabia mezcla entre amor y firmeza. Nos dejó la importancia de lo esencial, de hacerlas cosas por convicción, bien hechas y de manera libre, de no dejarse llevar por la masa y de preocuparse por las personas que están a nuestro alrededor tratándolas a todas por igual.
Tenía la capacidad de entretener a todo el mundo a su alrededor y después ponerse serio y profundo al momento de hablar de cosas importantes. Por eso tanta gente lo recuerda con una cercanía especial, destacando su particular sentido del humor, consejos y cariño con que se preocupaba por ellos, tanto en los minutos de fiesta como cuando había que apoyar a alguien que lo necesitaba.
La relación con Dios y la Virgen María siempre fueron un gran pilar. No es casualidad que partiera el primer día del mes de María. A lo largo de su vida y especialmente durante su enfermedad, se dejó conducir de la mano de María y confió plenamente en Ella.
Su último tiempo no fue fácil. Enfrentó con entereza su difícil enfermedad que, a pesar de tener un muy mal pronóstico, logró sobrellevar por casi tres años, siendo incluso motivo de estudio. Fue un testimonio de fuerza, confianza, entrega y valentía. Desde el primer momento se puso en las manos de Dios y aprovechó cada segundo para poder estar con los suyos, reírse juntos y ayudarlos en lo que necesitaban.
Cuando se dio cuenta que las personas empezaron a reunirse en oración en torno a él, descubrió que esta enfermedad tenía un propósito, porque ayudaba a que otras personas se acercaran a Dios. Fue un testimonio de que, cuando hay fe de por medio, todo se hace más llevadero y tiene un sentido.
Como familia estamos muy agradecidos por su vida y testimonio, es un orgullo saber que fue parte de una obra tan significativa como la campaña de reciclaje en beneficio de COANIQUEM, que ha permitido hacer realidad la ayuda a tantos niños quemados. Creemos que parte de su legado va a trascender a través de esta gran institución y como familia queremos seguir apoyándolos.